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El análisis de sangre es una de las pruebas médicas más utilizada y de mayor importancia en la práctica clínica. Consiste en extraer una pequeña cantidad de sangre venosa del paciente, que después es transportada al laboratorio para analizarla y determinar su composición.
En una analítica podemos encontrar numerosos datos, muchos de los cuales pueden sonarnos a chino dadas sus siglas y diferentes cifras. A continuación intentaremos esclarecer qué significa cada uno de ellos, cuáles son los niveles normales y cuáles indican que algo está alterado en nuestro organismo.
Normalmente, los que más se solicitan para el estudio son el hemograma y la bioquímica sanguínea:
Hemograma: es un estudio cuantitativo que evalúa la concentración de cada uno de los elementos celulares de la sangre.
También comprueba si las células tienen una forma y estructura normales o, por el contrario, están alteradas. Ejemplo: glóbulos rojos (también llamados hematíes), leucocitos, neutrófilos…
Bioquímica: es el estudio de las sustancias químicas presentes en la sangre. Ejemplos: potasio, calcio, sodio, magnesio, vitaminas, hormonas…
En realidad, el análisis de sangre es una prueba que puede ser solicitada para casi cualquier consulta médica, con el fin de valorar el estado general del paciente. Junto con su historia clínica, servirá para ayudar al médico a resolver dos importantes cuestiones: qué le pasa al paciente y por qué le pasa. Un ejemplo: una persona llega a la consulta con cansancio notable, pérdida de apetito y palidez; en este caso, un simple análisis de sangre puede revelar por sí mismo un diagnóstico: anemia ferropénica (por falta de hierro). De este modo, se puede empezar ya a tratar su enfermedad sin necesidad de realizar más pruebas.
Pero hay que tener en cuenta que el análisis de sangre no se trata sólo de un método para diagnosticar enfermedades, también es una forma de controlar el estado del paciente; por ejemplo, a los enfermos que reciben quimioterapia se les hacen analíticas de rutina para comprobar el estado de su sistema inmune; y antes de iniciar un tratamiento hormonal con anticonceptivos orales, también es importante conocer el nivel de hormonas en sangre del paciente.
El análisis de orina es una prueba diagnóstica que se utiliza con mucha frecuencia en la medicina y que consiste en recoger una pequeña cantidad de orina para después analizarla en el laboratorio. Gracias ella podemos obtener información que ayuda al diagnóstico de patologías habituales o urgentes.
Se pueden dividir los tipos de análisis de orina según el método de recogida, aunque en esencia consisten en el mismo tipo de estudio:
Análisis de orina básico: se recoge la orina al miccionar en un bote, evitando el primer chorro de orina y último para así evitar contaminación de gérmenes. Es el tipo de recogida de orina más frecuente.
Análisis de orina de 24 horas: consiste en recoger toda la orina que se expulsa en un día en un bote. Sirve para poder calcular sustancias que aparecen en poca cantidad en la orina.
Análisis de orina con sonda: se trata de recoger la orina mediante una sonda que atraviese la uretra y llegue a la vejiga. Muchas veces se hace de este modo porque el paciente ya está sondado, pero otras se decide esta técnica porque así se consigue la orina sin contaminar desde la vejiga directamente.
Dentro del análisis de orina se pueden realizar múltiples estudios: tira reactiva, sedimento de orina, análisis fisicoquímico o análisis microbiológico. En el apartado de resultados veremos en qué consisten y qué indican los datos que nos aportan.
El análisis de orina es una prueba que se utiliza muy frecuentemente en la medicina porque no supone grandes molestias al realizarlo, es muy barata y puede aportar mucha información útil. Por eso se pide de rutina para detectar muchas enfermedades en fases precoces o controlar su tratamiento.
Las enfermedades en las que más se pide un análisis de orina son aquellas que afectan al riñón (glomerulonefritis, cálculos urinarios, etcétera). Pero también se pide en enfermedades sistémicas como la diabetes mellitus o enfermedades autoinmunes(artritis reumatoide, lupus…). Es útil, además, en la detección de infecciones de la orina, ya sean infecciones leves o graves (cistitis o pielonefritis complicadas).
Más conocidos como los glóbulos rojos, son las células sanguíneas más importantes, ya que se encargan de transportar el oxígeno al resto de las células del organismo.
Es una proteína formada de hierro, que se encuentra en el interior del hematíe, y que es la causante del color rojo de la sangre. Cada hematíe suele contener entre 200 y 300 moléculas de hemoglobina. Es gracias a la hemoglobina que el oxígeno y los nutrientes llegan al resto de los tejidos del cuerpo. También transporta el dióxido de carbono a los pulmones para que se exhalado.
Es el volumen de hematíes en sangre expresado como un porcentaje sobre el volumen sanguíneo total.
Este índice determina el tamaño medio de los hematíes. De este modo, se pueden clasificar las anemias en: macrocíticas o microcíticas, dependiendo de si el tamaño del hematíe es mayor o menor de lo habitual.
Este parámetro indica la cantidad media de hemoglobina que contiene cada hematíe o glóbulo rojo.
Gracias a este parámetro se pueden clasificar las anemias de otra forma diferente: lashipocrómicas son las que cursan con un bajo nivel de HCM, y las hipercrómicas las que tienen un alto nivel de HCM.
Se llaman también glóbulos blancos, y desempeñan una función de defensa del organismo frente a las agresiones externas. Debido a esta función, un nivel bajo de leucocitos predispone al paciente a padecer infecciones.
Existen varios tipos diferentes de leucocitos, que se explican a continuación:
Linfocitos: es un tipo de leucocito que carece de gránulos. Son células muy importantes en el sistema inmune, ya que son capaces de responder ante agentes desconocidos para el organismo.
Neutrófilos: es un tipo de leucocito que contiene gránulos y que se tiñe fácilmente con colorantes neutros. Se encargan de destruir bacterias, restos celulares y partículas sólidas.
Eosinófilos: es un tipo de leucocito que presenta gran número de gránulos en su interior y que se tiñen con tinciones ácidas.
Son los elementos más pequeños de la sangre, y resultan esenciales para la coagulación sanguínea, ya que se encargan de cerrar los vasos sanguíneos, haciendo que la sangre se coagule para taponar las lesiones cuando se produce una herida.
Este parámetro mide la velocidad a la que sedimentan los glóbulos rojos de la sangre en un tiempo determinado (1-2 horas).
Es un azúcar que se encuentra en muchos alimentos, especialmente en las frutas, y que constituye una fuente fundamental de energía para el ser humano. El análisis determina la cantidad de azúcar presente en la sangre y sirve para averiguar, por ejemplo, si una persona padece diabetes, o intolerancia a la glucosa (que a veces implica que el paciente está en una situación de pre-diabetes).
Es el producto final de la degradación de las proteínas, y se elimina por la orina. Es una medida que nos sirve para comprobar el correcto funcionamiento de los riñones, el estado de deshidratación de una persona e incluso es indicativa de una alteración de la masa corporal.
Es un producto de desecho que resulta tras el metabolismo del nitrógeno en el cuerpo humano, que se elimina sobre todo por la orina.
es un compuesto que se obtiene de la degradación de creatina, que es uno de los nutrientes más útiles para los músculos.
se trata de una sustancia presente en las grasas, aceites y yema de huevo, y que se distribuye ampliamente por el organismo (sangre, hígado, bilis...).
Son un compuesto que forma parte de las grasas y aceites vegetales, que se acumula en el organismo en el tejido adiposo (es la grasa que hay justo debajo de la piel). Son un buen aislante térmico.
Se trata de enzimas, cuyo valor elevado en sangre puede indicar un daño hepático. Laobesidad es un factor de riesgo para acumular grasa en el hígado, lo que puede elevar el nivel de transaminasas, al igual que tener quistes o tumores, o una obstrucción grave de la vía biliar. Hay tres tipos principales de transaminasas:
Es una proteína encargada de la mineralización ósea, por lo que se encuentra en mayor parte en el hueso. Las causas de su elevación son las mismas que las provocan la elevación de la GGT, que se detallan en el apartado anterior. Su aumento también está relacionado con enfermedades óseas, como infecciones o infiltraciones tumorales.
Es un elemento químico importante para la transmisión nerviosa, la contracción muscular, la coagulación sanguínea y la función cardiaca. El calcio se encuentra en leche y derivados, espinacas, sardinas, avellanas, y judías blancas.
Es un elemento químico fundamental para la estructura de la hemoglobina y, por lo tanto, para el transporte de oxígeno al resto del organismo. El hierro se encuentra en: hígado, carnes rojas, frutos secos y frutas deshidratadas, legumbres, verduras verdes y cereales.
Es un elemento importante para la transmisión neuromuscular y la contracción muscular, pero especialmente interviene en la regulación del equilibrio ácido-base del organismo. El potasio se encuentra en: trigo, nueces, plátanos, zanahorias, acelgas, patatas y aguacates.
Es un elemento químico muy importante para realizar las mismas funciones del potasio. Está presente en la sal y los embutidos.
es una sustancia que suele contener la bilis, que resulta de la degradación de la hemoglobina, y es de color amarillento. Indica si el hígado y la vía biliar funcionan como deben.
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